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viernes, 23 de marzo de 2012

La degradación de Maslow

En 2006, la empresa Repsol decidió lanzar un spot para patrocinar su nuevo producto, el Repsol Diesel E-Plus 10. El spot, con una voz en off cálida, culta y acogedora, recibió unas críticas muy favorables en la Red. Hoy en día sigue considerándose uno de los mejores anuncios de la marca.



No quiero entrar en discusión de lo bueno o malo que fuera el spot. Lo que me interesa de él es una palabra: Maslow. Aquel psicólogo, nacido en 1908, fue el creador de la pirámide de necesidades que hoy lleva su nombre. Según esta, el culmen de la vida del hombre es la autorrealización. Pero para llegar a esta, para ser 100% feliz hablando en términos coloquiales, el hombre ha de ir superando, uno a uno, una serie de estadios: fisiológicos, de seguridad, de afiliación y de reconocimiento. Como podéis observar, excepto los puramente fisiológicos y algunos de seguridad, todos los estadios comprenden conceptos abstractos, intangibles, a veces inclasificables.

No deseo ahondar demasiado en la descripción de estos, puesto que en el propio spot se dejan ver claritos. O más bien no se dejan ver. Recordad que estamos hablando de conceptos abstractos... pero conceptos destinados al ser humano, a fin de cuentas. Pero al ver el spot... ¡sorpresa! : no sale ningún ser humano en él (a no ser que contenemos como tal una mano deshumanizada y que parece formar parte del decorado). Pero ¿no están vendiendo el producto a personas? ¿Por qué no salen entonces personas? ¿Por qué no hay más que automóviles que simulan interactuar como personas en el anuncio?
Si de algo me di cuenta entonces, fue de que esos automóviles — esos productos que nos ofrecen, que compramos, que deseamos tener — éramos realmente nosotros — personas —. Hoy por hoy, necesitamos objetos que nos identifiquen, que nos distingan, que sean nosotros mismos cuando lo necesitamos. La pirámide de Maslow ya no tiene conceptos abstractos, intangibles, a veces inclasificables. Tiene productos que nos ofrecen, que compramos, que deseamos tener. La autorrealización parece limitarse a tener el producto más caro, más moderno y más selecto. Pero siempre habrá otro mejor y por ello ya no hay autorrealización posible.
Y esto ocurre en nuestra sociedad de consumo, de masas, de información. Ocurre en el barrio residencial. ¿Pero qué pasa en los suburbios? ¿Qué ocurre con países como Ghana, de la que hablaba en la entrada anterior?
Muchas veces he escuchado que es necesario terminar con la brecha digital, con las diferencias tecnológicas que separan el barrio residencial de los suburbios. Pero, quizá porque no nos interese, cometemos la errónea idea de empezar la casa por el tejado. Derruimos la pirámide de Maslow  y con los escombros que quedan erigimos una nueva construcción — monstruosa, artificial, infecta — : la espiral del consumismo.  Y, no contentos con ello, la enviamos rota y resquebrajada rumbo a África. Mandamos a África portátiles sin pantalla, tacones sin puntera, volantes sin el resto del coche... Mandamos los vestigios de nuestros residuos. Y, los que allí no caben, los dejamos en las periferias de nuestras ciudades europeas, en los otros suburbios digitales de una brecha nacional que tampoco nos agrada ver.
¿Cuándo nos convertimos en hipócritas profesionales? Exportamos nuestro estilo de vida, con todas sus consecuencias, al resto del mundo, proclamando que es el Único y Verdadero, el Mejor Modelo. Y encima lo hacemos de malas maneras. Yo me pregunto ¿qué bien nos ha hecho convertirnos en la sociedad de masas, de consumo, de información? ¿Qué bien nos han hecho las Nuevas Tecnologías respecto a nuestra autorrealización? No sabemos manejarnos todavía para ser felices en este nuevo modelo de sociedad. ¿Estamos, por tanto, capacitados para imponerlo al resto... y, encima, de malas maneras?

Cristina García Ruiz. Grado en Periodismo, 2º.

3 comentarios:

Grupo Blog dijo...

El problema es que, como siempre, lo que mueve el mundo es el dinero. Y somos masas. Y siempre consiguen la forma de ganar dinero a costa de las masas, que no nos damos cuenta de lo innecesario que son tantísimas cosas que tenemos. Pero da igual, porque si eso nos hace mejor que el de al lado, estaremos satisfechos. Es la pobreza de nuestro mundo que, obviamente, quieren extender a los países que aún no están "desarrollados" y así aumentar los beneficios. La pregunta es: ¿este es el mundo que queremos? y lo triste es que da igual la respuesta porque seguirá así. No nos indignemos de nuestra creación, que es el mundo actual, porque no queremos alternativas. Que nos dejen todo como está y, con tal de que no nos molesten demasiado, nada cambiará. Ya no nos importa.

Grupo Blog dijo...

Marta Gamella
2º Historia y Periodismo

El problema es que, como siempre, lo que mueve el mundo es el dinero. Y somos masas. Y siempre consiguen la forma de ganar dinero a costa de las masas, que no nos damos cuenta de lo innecesario que son tantísimas cosas que tenemos. Pero da igual, porque si eso nos hace mejor que el de al lado, estaremos satisfechos. Es la pobreza de nuestro mundo que, obviamente, quieren extender a los países que aún no están "desarrollados" y así aumentar los beneficios. La pregunta es: ¿este es el mundo que queremos? y lo triste es que da igual la respuesta porque seguirá así. No nos indignemos de nuestra creación, que es el mundo actual, porque no queremos alternativas. Que nos dejen todo como está y, con tal de que no nos molesten demasiado, nada cambiará. Ya no nos importa.

Unai dijo...

Esta entrada me ha recordado de cierta manera un día de mis prácticas en el colegio de Primaria.
Puede que no tenga que ver mucho con el tema.

Sin embargo antes pondré un poco en contexto.

Como ha dicho Marta Gamella lo que mueve el mundo es el dinero. Una de las formas de demostrar ese poder es con las NNTT.
Es decir, yo tengo recursos y tengo las infraestructuras necesarias para ser un país rico y poderoso. Tú, en cambio sólo tienes los recursos, o sólo las infraestructuras, sólo una cosa.

Ahí radica el problema, en vez de cooperar y ayudarse, preferimos anteponernos a nosotros mismos. Nos hemos convertido en una sociedad consumista que miramos antes el poder que las ideas.

Seguramente me habré liado y querrás decir otra cosa, pero bueno voy a explicar lo del alumno.

Mi colegio era de clase medio-baja, es decir que había muchos niños con problemas económicos. Sin embargo también existían algún que otro alumno con dinero.

Un día había que hacer una redacción de X animal, se podía buscar en Internet, o ver el bicho o leer el libro. Lo importante era hacer el trabajo.

Pues mi fallo fue que tras ver la redacción de un alumno que disponía de Internet y de muchísima ayuda, me costó valorar los siguientes que habían hecho la tarea con observación o que simplemente habían leído el libro porque no disponían de más maneras.

Estamos programadas para coger a los mejores, esto es si somos consumistas, somos mejores porque nos podemos permitir gastar y esto a los ojos de los demás es mucho mejor.

Seguramente me habré ido del tema, pero bueno, lo siento.

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