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martes, 27 de marzo de 2012

"Lo tuyo es mío, lo mío también"

Los orígenes de este gigante tecnológico tienen lugar en 1996 cuando se realizó la primera versión de lo que hoy sería la gran empresa que representa Google. Un año antes, Larry Page y Sergey Brin, dos brillantes estudiantes de la Universidad de Stanford, comenzaron a estudiar la creación de una nueva forma de búsqueda de información en la Web. Larry Page mostró un gran interés por el estudio de las características matemáticas de la Web y una gran ambición por ordenar toda la información del mundo, lo cual ayudó a la hora de llevar a cabo el proyecto. En 1998, se gestó el germen de lo que más tarde sería el buscador más importante de Internet y una de las empresas más poderosas del mundo.


                          


En un principio, la idea de crear un significativo motor de búsqueda fue en respuesta a las necesidades que Internet imponía, otorgando a los usuarios el poder. Poco a poco se fue consolidando como una gran empresa que irrumpió radicalmente en la vida pública cobrando relevada importancia. Supo simplificar el uso del mismo, además de aprovechar la sabiduría de la multitud y convertirse en principal punto de comunicación. Así pues, permitió una significativa apertura y neutralidad de la red que junto a su buen funcionamiento y el carácter gratuito del mismo, han sido los factores principales de su indudable éxito.

Sin lugar a dudas, algo que en un principio nació como una nueva forma de búsqueda de información, se ha ido forjando como una de las empresas más agresivas en el campo de la tecnología. Google sigue una filosofía que mezcla un estilo desenfrenado e informal en el cual se observa el carácter joven de sus fundadores y, a su vez, la alta cualificación y preparación de sus empleados. Por otro lado, Google utiliza como principal herramienta de búsqueda de información la Web, donde los motores de búsqueda trabajan de forma automática y continua, almacenando los resultados en bases de datos indexadas y actualizándolos periódicamente. En cuanto a su infraestructura está compuesta por data centers que funcionan con la redistribución del sistema operativo GNU/Linux debido a la gran flexibilidad de éste.

Todo ello ha permitido un extraordinario resultado que ha conseguido que sus servicios sean imprescindibles para la gran mayoría de la población que tiene acceso a su gran variedad de prestaciones. 
Sin embargo, esta peculiar empresa es una de las más grandes, poderosas y ambiciosas del mundo. Como dijo Andy Groove, consejero delegado de Intel, “es una empresa dopada con esteroides, con un dedo puesto en cada industria”.

Google Inc., la empresa propietaria de Google, como ya he dicho, ofrece una gran diversidad de servicios que cubre desde comparadores de precio (Google Product Search) hasta redes sociales (Google Plus). Además, en agosto de 2011, Google Inc. adquirió Motorola Mobility por 8700 millones de euros haciéndose con el control de la mayor parte de la telefonía Android.

Es, sin duda, una empresa sujeta a un montón de intereses, muchos de ellos económicos, que deben atender de forma inmediata e irremediable. La política que Google pretende seguir, está adherida a diferentes códigos de autorregulación, los cuales presentan sus modificaciones públicamente, por lo que cualquier usuario puede disponer de ellas. La última de ellas, el uno de marzo de 2012, mostró cambios en la política de privacidad, describiendo la recogida de datos y el tratamiento de los mismos. La política de Google muestra el deseo de crear una experiencia más sencilla y aunque, principalmente, beneficia a los usuarios, está claro que la compañía se beneficia colateralmente.

Resulta muy interesante el libro de Alejandro Suárez Desnudando a Google, que salió a la venta el pasado mes de enero y que analiza importantes conceptos como la privacidad en la Red. El 1 de febrero fue entrevistado en el programa 5.0 de RNE:




Por último, este gran gigante que Google ha creado es el centro de varias controversias relacionadas con sus servicios y prácticas financieras ya que ha llegado a cooperar con el gobierno chino para filtrar resultados contrarios a la política del mismo, llevando a cabo una “política de censura”, además de llevar a cabo una constante colección de cookies y otras informaciones personales que le convierten en un gran almacén de pequeñas partes de la vida de todos nosotros, los usuarios.

Aquí os dejo la primera parte de un documental que emitieron en La noche temática

                        


Amaia Lacunza Arraiza
2º Historia y Periodismo

viernes, 23 de marzo de 2012

La degradación de Maslow

En 2006, la empresa Repsol decidió lanzar un spot para patrocinar su nuevo producto, el Repsol Diesel E-Plus 10. El spot, con una voz en off cálida, culta y acogedora, recibió unas críticas muy favorables en la Red. Hoy en día sigue considerándose uno de los mejores anuncios de la marca.



No quiero entrar en discusión de lo bueno o malo que fuera el spot. Lo que me interesa de él es una palabra: Maslow. Aquel psicólogo, nacido en 1908, fue el creador de la pirámide de necesidades que hoy lleva su nombre. Según esta, el culmen de la vida del hombre es la autorrealización. Pero para llegar a esta, para ser 100% feliz hablando en términos coloquiales, el hombre ha de ir superando, uno a uno, una serie de estadios: fisiológicos, de seguridad, de afiliación y de reconocimiento. Como podéis observar, excepto los puramente fisiológicos y algunos de seguridad, todos los estadios comprenden conceptos abstractos, intangibles, a veces inclasificables.

No deseo ahondar demasiado en la descripción de estos, puesto que en el propio spot se dejan ver claritos. O más bien no se dejan ver. Recordad que estamos hablando de conceptos abstractos... pero conceptos destinados al ser humano, a fin de cuentas. Pero al ver el spot... ¡sorpresa! : no sale ningún ser humano en él (a no ser que contenemos como tal una mano deshumanizada y que parece formar parte del decorado). Pero ¿no están vendiendo el producto a personas? ¿Por qué no salen entonces personas? ¿Por qué no hay más que automóviles que simulan interactuar como personas en el anuncio?
Si de algo me di cuenta entonces, fue de que esos automóviles — esos productos que nos ofrecen, que compramos, que deseamos tener — éramos realmente nosotros — personas —. Hoy por hoy, necesitamos objetos que nos identifiquen, que nos distingan, que sean nosotros mismos cuando lo necesitamos. La pirámide de Maslow ya no tiene conceptos abstractos, intangibles, a veces inclasificables. Tiene productos que nos ofrecen, que compramos, que deseamos tener. La autorrealización parece limitarse a tener el producto más caro, más moderno y más selecto. Pero siempre habrá otro mejor y por ello ya no hay autorrealización posible.
Y esto ocurre en nuestra sociedad de consumo, de masas, de información. Ocurre en el barrio residencial. ¿Pero qué pasa en los suburbios? ¿Qué ocurre con países como Ghana, de la que hablaba en la entrada anterior?
Muchas veces he escuchado que es necesario terminar con la brecha digital, con las diferencias tecnológicas que separan el barrio residencial de los suburbios. Pero, quizá porque no nos interese, cometemos la errónea idea de empezar la casa por el tejado. Derruimos la pirámide de Maslow  y con los escombros que quedan erigimos una nueva construcción — monstruosa, artificial, infecta — : la espiral del consumismo.  Y, no contentos con ello, la enviamos rota y resquebrajada rumbo a África. Mandamos a África portátiles sin pantalla, tacones sin puntera, volantes sin el resto del coche... Mandamos los vestigios de nuestros residuos. Y, los que allí no caben, los dejamos en las periferias de nuestras ciudades europeas, en los otros suburbios digitales de una brecha nacional que tampoco nos agrada ver.
¿Cuándo nos convertimos en hipócritas profesionales? Exportamos nuestro estilo de vida, con todas sus consecuencias, al resto del mundo, proclamando que es el Único y Verdadero, el Mejor Modelo. Y encima lo hacemos de malas maneras. Yo me pregunto ¿qué bien nos ha hecho convertirnos en la sociedad de masas, de consumo, de información? ¿Qué bien nos han hecho las Nuevas Tecnologías respecto a nuestra autorrealización? No sabemos manejarnos todavía para ser felices en este nuevo modelo de sociedad. ¿Estamos, por tanto, capacitados para imponerlo al resto... y, encima, de malas maneras?

Cristina García Ruiz. Grado en Periodismo, 2º.

jueves, 22 de marzo de 2012

En el nombre de la Economía

Hace unos meses que las sartenes del armario de mi cocina dijeron eso de “hasta aquí hemos llegado” cuando descubrí que se habían empezado a descascarillar. No entendí entonces por qué a mi madre le sentó tan mal que unas sartenes se estropeasen (o que las hubiera estropeado yo, más bien). “Las tengo desde antes de casarme, ¡imagínate!”, me decía. Realmente no comprendía esa nostalgia tan exacerbada por unas simples sartenes. “Si es que las sartenes que hacen ahora son de juguete: no van a durarme nada y encima me van a costar muy caras. Claro, antes pagabas bien por una sartén y sabías que te iba a salir buena, pero ahora no hay más que porquería y...”.

Reconozco que en aquellos momentos no le hice mucho caso a la pobrecilla. Aquella perorata la conocía de sobra. Y no solo por ella: mi abuela, mi padre, mis tíos... Todos decían lo mismo. Y yo no les quitaba la razón, aunque me parecía que exageraban, claro.
Pero eso fue antes de ver el documental de RTVE2 “Comprar, tirar, comprar: la historia secreta de la obsolescencia programada”:

Resulta que la historia es esta: los fabricantes de los productos que usamos cada día acortan la vida de estos para subir las ventas. ¿Usted quiere una sartén? De acuerdo, aquí tiene su sartén, pero ni piense que va a quedarse a su lado durante muchos y felices años, porque he diseñado a propósito una sartén frágil que me hará rico. Al cabo de unos meses, su sartén se estropeará y tendrá que comprar una nueva. Y, si no está dispuesto a ello, encareceré las reparaciones de sartenes o las anularé. O lo seduciré estratégicamente con sartenes más bonitas, más modernas y, supuestamente, más duraderas. La cosa es: usted, ACTUALÍCESE. Mientras, yo me ENRIQUECERÉ.

Y lo de las sartenes es solo un ejemplo, una pequeña parte de la punta del iceberg. Desde 1924, la obsolescencia programada, esa pequeña estratagema de hacer peores productos para fomentar el consumo y bombear la economía, se encuentra en bombillas, medias, impresoras, ropa, calzado, coches... y, cómo no, en aparatos tecnológicos. En el documental del que os hablo, Apple, nuestro gran conocido en este humilde blog, vuelve a salir a escena.


Casey Neistat compró un Ipod en 2003 por 400 $. A los dieciocho meses, la batería actuó tal y como mis sartenes y murió. Apple, por aquel entonces, no contaba con un servicio de reparación ni de suministro de nuevas baterías. La única solución partía en volver a comprar el producto. Ante la situación, Neistat creó una página llamada www.ipodsdirtysecret.com en la que explicaba el problema. Aquella denuncia social tuvo tal éxito entre los compradores de Apple que la empresa terminó en los Tribunales, dándose el llamado caso Westly versus Apple. Finalmente, Apple aumentó la garantía del producto y creó un servicio de reparación para el Ipod.
Puede parecernos entonces, con este caso, que la obsolescencia programada solo afecta a nuestros bolsillos, a los consumidores; que termina ahí. Nada más lejos. La obsolescencia programada afecta brutalmente al medio ambiente, pues crea una gran cantidad de residuos por la cadena del comprar-tirar-comprar. Esta cadena infinita es la que mueve nuestra sociedad de consumo y nuestra economía. No obstante, si sabemos algo de economía, sabemos que no puede existir un crecimiento económico infinito. Y esto es, precisamente, debido a que los recursos del planeta son limitados. La obsolescencia programada, creada en 1924, está obsoleta, valga la redundancia: se basa en un modelo de crecimiento infinito totalmente irreal. Sin mencionar que la obsolescencia programada ensancha todavía más la brecha digital. El primer mundo, el barrio residencial de la tecnología, crece sin barreras, dejando a su paso residuos que, además de a la propia Tierra, afectan a los países menos desarrollados tecnológicamente. Ghana es uno de ellos. Desde Europa le llegan toneladas de aparatos tecnológicos inservibles e irreparables que terminan acumulándose en su territorio, convirtiéndose este en un vertedero.
¿Y todo esto en nombre de qué lo hacemos? De la Economía, por supuesto. Estamos anteponiendo en el nombre de la Economía nuestro sustento, nuestra paciencia, nuestro planeta y a los habitantes de nuestros continentes vecinos. ¿Es esto realmente lo que queremos?
Hoy mi cocina ya tiene sartenes. Son más modernas que las otras, pero más pesadas y se arañan con facilidad. Tienen seis meses. Son sartenes creadas en una economía con obsolescencia programada. Las antiguas, quizá en algún punto de Ghana ahora, siguen siendo echadas de menos por mi madre. Esas eran de la Alemania del Muro de Acero, una economía sin obsolescencia programada. Fueron utilizadas durante unos veintiséis años.

Cristina García Ruiz. Grado en Periodismo, 2º. URJC.

domingo, 18 de marzo de 2012

La (in)necesaria ley de propiedad intelectual

Postula Joost Smiers en su obra Un mundo sin copyright que la abolición de cualquier tipo de derechos de autor repercutiría positivamente en el desarrollo de la creatividad. Según este profesor de la Universidad de Utrecht, existiría algo equivocado en nuestro sistema occidental de copyright y habría llegado ya el momento de cuestionarnos si debiéramos continuar con este sistema o, por el contrario, buscar nuevas alternativas.
Se considera autor a la persona natural que crea alguna obra literaria, artística o científica. Son objeto de propiedad intelectual todas las creaciones originales literarias, artísticas o científicas expresadas por cualquier medio o soporte, tangible o intangible, actualmente conocido o que se invente en el futuro. La propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación.
              Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Gobierno de España



Desde un principio, con el diseño de las leyes de copyright la intención 
no ha sido otra que reconocer y premiar al artista por su obra. De esta manera los autores se verían amparados ante el uso no autorizado de sus creaciones y serían retribuidos por la exhibición pública de éstas. Así que el parlamento inglés aprobaría en 1710 el Estatuto de la Reina Ana, reconocido como la primera ley que recogió el derecho de autor, allanando el camino a otros estados hacia su implantación (en España no llegaría hasta 1762 bajo el reinado de Carlos III). La tendencia se constataría con la firma de diversos acuerdos multilaterales como el Convenio de Berna en 1886, la Convención Universal sobre Derechos de Autor en 1952 o la Carta del Derecho de Autor en el año 1956.

Si bien, lo novedoso residiría en el cambio que llevamos experimentando desde hace unas décadas con las modernas técnicas de reproducción de obras impresas y, ante todo, desde principios de siglo con la revolución de Internet y la aparición de nuevos formatos digitales, propiciando la mayor difusión de información desde la ‘era Gutenberg’. Por tanto, esta potencial distribución multiplataforma que brinda la Red, al alcance de no pocas personas, se ha traducido hasta nuestros días en una continua carga y descarga de contenidos por parte de unos usuarios beneficiados con tal escenario.

Ahora bien, si por un lado se presume cierto consenso entre autores y consumidores en torno al debate sobre la descarga ilegal de contenidos y la gratuidad, no quedarían tan despejadas otras cuestiones como la orientación del mercado hacia un modelo de negocio alternativo -en demanda por los usuarios-, el papel de los intermediarios (la Sociedad General de Autores y Editores, las industrias culturales, etc.) o el planteamiento y puesta en vigor de determinadas leyes antipiratería.


Javier de la Cueva, abogado y experto en propiedad intelectual, reflexiona en torno a interesantes conceptos tales como Creative Commons, cuya alternativa al copyright es abrigada por un número creciente de autores o autores-consumidores (prosumer). De igual forma, rompe lanza en favor de un modelo de negocio más justo y de una terminología más adecuada:



Tras la puesta en vigor el pasado jueves 1 de marzo, tras dos años de tramitación, del nuevo marco regulatorio conocido como ‘Ley Sinde-Wert’, numerosos internautas, en oposición a las recientes palabras del ministro José Ignacio Wert, ya han expresado su malestar, por considerar que dicha ley, además de venir a ser una presumible respuesta hacia las presiones del gobierno de Estados Unidos, se serviría de recursos antidemocráticos para llevar a cabo un procedimiento que muchos no han dudado que resultará ilícito.

Alejandro de la Fuente Escribano
2º de Periodismo e Historia

jueves, 15 de marzo de 2012

Geeks (I): El día en que Mark supo decir ‘no’

Al principio fue Thefacebook. El concepto nació con la decisión de Mark Zuckerberg -joven neoyorquino de veinte años y estudiante de Harvard- de crear una plataforma de comunicación para estudiantes de su universidad. Por entonces éste ya había creado -junto a su amigo Adam D’Angelo- el programa Synapse, orientado al reconocimiento musical, y la aplicación Facemash, cuyo fin no era otro que hallar a la persona más enrollada del campus. Cuando en 2003 ingresó en la Universidad de Harvard, Mark no era diferente al resto de estudiantes. Se trataba de un chico introvertido, parco en palabras, gran aficionado a la esgrima y con cierta inclinación por los lenguajes de programación y el universo matemático. Y no, 
no tenía una mente excepcional, ni descendía de una larga estirpe de aristócratas. Era Mark Zuckerberg, segundo hijo de una psiquiatra y un dentista de Nueva York. Sus compañeros de habitación: Dustin Moskovitz, Chris Hughes y Billy Olson. A todos, el futuro les reservaría grandes laureas

No sería sino en el invierno de 2003, advirtiendo las crecientes necesidades en Harvard por un directorio online de fotografías e información docente, cuando se hubo embarcado en la empresa de realizar un proyecto orientado a tales fines. Bajo una conjunción aspectual de las aplicaciones Course Match, Facemash y Friendster creó la red social Thefacebook. Suponiéndole 85 dólares, los que precisó para albergar el 4 de febrero de 2004 la información en un servidor hosting (manage.com). A raíz de ello, todo cambió. Más adelante, no tardaría en aparecer Sean Parker, a la postre presidente de Facebook, y Eduardo Saverin, talento informático, amigo y socio de Mark, y figura clave en toda la historia de Facebook. Asimismo, el éxito de la red no se haría mucho de rogar. Tras operar en Harvard, llegaría a Columbia, Yale y Stanford; y tras ésta última la plataforma sería implantada en universidades de todo el país, en liza por sus servicios.

A medida que aumentaba el éxito de Thefacebook, las empresas enfocaban sus estrategias hacia la web con mayor disposición, bajo la pronta etiqueta de mina de fortuna para anunciantes. Es preciso manifestar la capital importancia de la situación para Mark Zuckerberg. Puede parecer cómoda, a los ojos del lector, mi siguiente apreciación pero lo cierto es que a Mark aún le aguardaba la tarea más ardua de su largo periplo como emprendedor. Innegablemente, desarrolló una brillante idea que materializó con no poca perspicacia. O lo que es lo mismo, logró brindar -como nadie lo hizo entonces- un producto eficaz a una demanda carente de una determinada prestación. No obstante, pese a ello, aún no había logrado nada. Y el propio Mark así era consciente de ello, mas tenía presente que no tardarían en llegar las auténticas e infranqueables decisiones.

Bajo este escenario, ¿hubiera sido adecuada la decisión de sentarse a negociar por la venta de la empresa? Sin lugar a dudas, no estaríamos ante la primera oportunidad de venta millonaria para un joven creativo por su magna obra. No, no sería el primer caso, ni el último.


Lo significativo de esta historia es que, a pesar de las ofertas recibidas, Mark decidió continuar. Proyectó un futuro para la empresa, cuya edificación él mismo encabezaría. Y el primer año de Thefacebook (previo al cambio de nombre corporativo a Facebook) Mark Zuckerberg sorprendió a todos por su liderazgo, aprendiendo a tomar decisiones trascendentales. Como así lo revela David Kirkpatrick en The Facebook effect, quien se hace eco de las tentativas fallidas de los empresarios de Google por la titularidad de la empresa, así como de Microsoft con la más que sorprendente oferta de 15 billones de dólares ya en el año 2007.

Esto último me lleva a reflexionar sobre la ética empresarial y el sentido social de este tipo de corporaciones. Quizá, al final, no todo se reduzca al capital. El joven Mark desechó las tentadoras ofertas porque desde el primer momento ha tratado de defender encarecidamente la 'misión social' de Facebook, siendo ésta la de hacer del mundo un lugar más abierto y conectado. Hoy, tiene 27 años y es la novena persona más poderosa del mundo, según la revista Forbes.

Alejandro de la Fuente Escribano
2º de Periodismo e Historia

jueves, 8 de marzo de 2012

The App Fest: el mundo de las aplicaciones al descubierto

Las apps se han convertido en un elemento tan importante de nuestras vidas que ya han tenido la genialidad de crear un acto social especialmente para ellas. Se trata de “The App Festival”. Este acontecimiento tendrá lugar en abril, los días 19 y 20, en el Circo Price, con el lema “para asombrar, inspirar y abrir mentes”.

Se trata de una serie de conferencias que ayudarán a descubrir el mundo de las aplicaciones. Con ocho módulos temáticos (revolución app, emprendedores, educación, ocio, creación, juegos, música y futuro) representados por una serie de ponentes, cuarenta exactamente (como Javier Mariscal o Basel Ramsis, realizador de cine y activista de la Primavera Árabe, que abordará cómo la revolución social no hubiera sido posible sin la revolución de las aplicaciones), el programa se tornará de lo más variopinto durante estos dos días y en horario de 9 a 19:30 y por un “módico” precio de a partir de15 euros, si se compran las entradas por módulos separadas, y hasta 80 euros los dos días.

Entre otros, estarán los responsables de 'apps' tan populares como Camera+, Flipboard o Evernote. Este evento ha sido presentado por The App Date y Movistar. El festival tiene su origen en  The App Date, un evento mensual que arrancó en 2010. Pero ahora, y con el objetivo de responder al creciente uso de las aplicaciones en todos los ámbitos sociales, los organizadores han querido ir más allá.

En España cada día se descargan 1.400.000 aplicaciones, y 15 millones de personas están en disposición de hacerlo. Por eso, según el creador de The App Fest, Oscar Hormigos, las aplicaciones "se han colado en el día a día de todos" y esa es la razón por la que se ha decidido celebrar un festival que se centre en aplicaciones "para todos los públicos". En su opinión, esta cita ayudará a difundir qué aplicaciones existen y cuáles de ellas merecen realmente la pena, dado que en este "boom" de nuevas iniciativas "sin marcha atrás", hay que aprender a separar la calidad de "la paja".

Realmente las aplicaciones están en todos los ámbitos de la vida, e incluirlas en nuestra mentalidad de una manera ordenada puede ser muy instructivo, pero pienso que los precios del festival son algo desorbitados, y de esa manera dudo de su alto éxito. Quien tenga interés en conocer las aplicaciones puede hacerlo de manera sencilla y rápida echando un ojo por la red: no hace falta más que poner “apps interesantes” para obtener resultados como:


Además, estas páginas o foros cuentan con videos y notas de ayuda para la instalación y uso de las apps recomendadas. 
Me gustaría conocer vuestra opinión sobre este festival y sobre las apps. ¿Pensáis como yo que son algo útil o que influye demasiado en el aislamiento social (un grupo de amigos cada uno con su móvil)?
Bajo mi punto de vista las apps son una ventaja de las nuevas tecnologías que nos ayudan en nuestra vida diaria, tanto en comunicación como en otros aspectos, con aplicaciones como iTranslate, el tiempo, iRae, apps de bancos o periódicos... 
Os dejo el enlace a la página  web oficial del festival para que podais juzgar por vosotros mismos y ampliéis esta información.

Publicado por Delia Díaz Bonilla

sábado, 3 de marzo de 2012

Apple VS. Microsoft

La película Piratas de Silicon Valley se basa en una biografía no autorizada sobre los comienzos de Apple y Microsoft y su competición para conseguir crear un ordenador mejor que el del contrario.

Así se puede ver en la película que al principio no tenían nada ninguno de los dos y que empiezan a luchar por conseguir lo que quieren. Muestra el espíritu emprendedor tanto de Steve Jobs como el de Bill Gates.

Si algo hay que reconocer es que la película trata mal a Bill Gates porque lo expone como un ladrón cuando en realidad Gates le roba la idea a Steve, pero es que la idea tampoco era de Steve. Gates roba la idea, pero lo que la película no muestra es que esa idea la modifica y la mejora. En ese momento Bill Gates cambió la tendencia y se le empezó a dar importancia al software algo impensable en aquel entonces, pues lo que se vendía era el hardware.

Esta película tampoco deja mucho mejor a Steve Jobs, pues trata su vida personal, y que tuvo una hija a la cual no quería reconocer. Algo que se puede pensar cuando uno está viendo la película es que esto no viene al caso, pero esto realmente también nos hace cambiar nuestra visión sobre Steve Jobs.

Un punto a destacar en la película es que Steve Jobs se acaba vendiendo. El fuerte contraste de la escena en la que pasa de un look hippie al traje de hombre de negocios, mientras que no se puede decir que Bill Gates hiciera lo mismo.

Es conveniente decir que todos los hechos ocurridos son correctos, pero que Steve Wozniak, uno de los fundadores de Apple que comentó la película, dice que las personas están equivocadas. Por ejemplo, dice: “Bill Fernández, empleado #4 de Apple, estaba conmigo y la computadora que se quemó en 1970”. También hay fechas erróneas, afirma: “cuando John Sculley se unió, tuvo que redirigir la atención desde la Apple III, no la Mac, hacia la Apple II” y los lugares  también están equivocados: “el Homebrew Computer Club estaba en Stanford Linear Accelerator Center”.
También aparece en la película que Xerox “había dejado la puerta abierta y Steve Jobs había entrado a robar”, y en realidad Steve Jobs fue invitado a cambio de unas acciones en Apple.
Además aparece Wozniak deseando que HP no acepte su producto para poder desarrollarlo de forma independiente con Jobs y venderlo, cuando en realidad este intentó convencer a HP para que le comprase su diseño y HP lo rechazó.

Después de este ensayo, os pregunto: ¿Qué pensáis de la película? ¿A cuál de los dos personajes pensáis que trata peor la película? ¿A quién consideráis vosotros peor, después de todo lo que hemos trabajado sobre ellos en la asignatura? ¿Quién consideráis que ha hecho más por el mundo de la informática?
Montserrat Díaz Santos
2º de Periodismo